jueves, 28 de febrero de 2013



Técnica: grabado en linóleo sobre papel Guarro.

Este trabajo se basa en el siguiente cuento chinanteco, el cual se transcribió a mano, íntegro, en el anverso de la impresión:

"El nahual que se quedó con cara de tigre"
Agarraron a un tigre nahual que hacía maldades. Cuando agarraron al tigre la gente se formó para irlo apaleando hasta que lo hicieron pedazos. Cuando amaneció el hombre nahual lloraba y su compadre le preguntó:
-¿Por qué lloras? ¿qué te pasó?
Entonces dijo el hombre:
-Me agarraron a mí.
El compadre le dijo:
- Voy a buscar tu sangre.
-Sí- dijo el hombre nahual- ve a buscar mi sangre ahí donde me apalearon.
Y agregó el enfermo:
- Yo sólo quiero la sangre de mis sesos y la sangre de mi corazón.
Cuando el compadre regresó, le dijo:
-No hallé tus sesos, ni tu corazón, solamente un poquitito de tu sangre.
El enfermo le dijo:
-Tráela, quiero verla.
Enseguida le ordenó a su compadre que fuera a traer sangre de res y de cochino.
Cuando el compadre llegó con el encargo, el enfermo le dijo:
-Úntame con esa sangre todo el cuerpo.
Pero el enfermo ya no revivió bien pues le quedó la cara de tigre y los bigotes de tigre.
Ocho días estuvo acostado, encerrado, sin hablar con nadie, sin hacer nada. Luego murió.


Tomado de "Relatos, mitos y leyendas de la Chinantla" obra del ingeniero y antropólogo austriaco  Roberto J. Weitlaner.

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